El otoño y la Medicina Tradicional China

Para la Medicina Tradicional China, cada estación nos trae una propuesta energética desde los ciclos naturales y a cada una le corresponden ciertos órganos del cuerpo; los cuales estarán más exigidos durante ese período de tiempo. En el otoño son pulmones e intestino grueso.

Los pulmones son los encargados de obtener la energía vital del aire y mezclarla con la de los alimentos para distribuirla por todo el cuerpo. Estas energías recorren especialmente la superficie del cuerpo; la llamamos también energía defensiva, ya que es nuestro sistema inmunológico. 

El intestino grueso absorbe el líquido de los alimentos y mantiene activa su flora, la cual nos brinda protección y fuerza interna.

Por eso en estas épocas es tan importante tener vital nuestros pulmones e intestinos para protegernos de bacterias, viruses y vientos. Si no, en el cambio climático padecemos resfríos, mocos, gripes, dolores de garganta, alergias, problemas digestivos y parasitosis sintomáticas: patologías de un sistema defensivo, pulmonar e intestinal debilitado.

Asimismo, cada órgano abarca una serie de funciones metabólicas y se relaciona con diferentes áreas del cuerpo y emociones.

Los pulmones tienen su apertura hacia el exterior a través de la nariz; por lo que este sistema abarca todas las vías respiratorias aéreas: senos nasales, nariz, garganta y bronquios.

Como dijimos, la energía defensiva circula por el exterior del cuerpo para protegernos. Entonces entendemos que los pulmones están a cargo de la piel, membranas mucosas y nuestro sistema inmunológico.

La cantidad y calidad de moco refleja el estado de los pulmones. Si no estuvieran en equilibrio tendríamos excesiva sequedad o humedad (mucosidades): rinitis, tos, asma, gripes o resfríos frecuentes, anginas, susceptibilidad a contagios, alergias, etc.

Muchos de los problemas de estos órganos se deben a tristezas no resueltas y a una vida sedentaria. La poca actividad física conlleva a un pobre recambio de oxígeno a través de la respiración y una eliminación inadecuada (de dióxido de carbono y de materia fecal por los intestinos). 

Estos problemas también pueden ser agravados por la alimentación, ya que el exceso de alimentos en general, y, en particular, lácteos, carnes, procesados, químicos tóxicos, drogas farmacéuticas, cigarrillos, etc. causan moco que se bloquea en los pulmones e intestinos; creando tensión, agotamiento, problemas de piel y pelo, tez pálida.

Hoy en día, este sistema suele ser el más débil. Entonces, adoptando un estilo de vida menos sedentario, realizando deporte aeróbico periódicamente e incorporando fibra con alimentos integrales en la dieta, poco a poco renovamos la energía de estos órganos.

La mejor forma es con un progreso y cambio gradual, ya que los alimentos que enferman estos órganos están relacionados a apegos emocionales y no son fáciles de soltar. Entonces limpiezas fuertes o repentinas van a hacer que rápidamente volvamos a las dietas anteriores con alimentos que en cierta forma apoyan nuestros apegos. Necesitamos un cambio gradual para poder sostenerlo.

El otoño es la época de recolección: vamos hacia adentro y unificamos energías, guardamos combustible -nutrientes- para el invierno, salimos menos, nos abrigamos y acercamos al aquietamiento. 

Todo en la naturaleza, así como en el cuerpo, tiende a contraerse y moverse hacia adentro y abajo: hojas y frutos se caen, las semillas se secan para su recolección, pastos y hojas pierden su color. Para adecuar los alimentos al otoño es importante tener en cuenta entonces su energía contractiva y enfocada. Elegimos alimentos astringentes (que retienen energía en el interior y contraen), pungentes para expulsar mucosidades y limpiar los pulmones e intestinos, y sabores más suaves y centrales para equilibrar. 

Los alimentos que vamos a enfatizar son los de densidad nutritiva para lograr una sangre más espesa y rica que nos va ayudar a contrarrestar los días fríos y enfocar la mente: raíces y tubérculos. 

Los sabores más sobresalientes en esta época van a ser el agrio, el salado y el pungente como extremos, con dulce complejo predominantemente para centrar la energía. 

¿Cómo están tus pulmones e intestino grueso?

Si tenemos pulmones sanos vamos a tener mucosas húmedas pero sin excesivo moco o acumulación; una piel brillante, nutrida y lustrosa capaz de protegernos de agentes externos y el pelo también va a ser brillante.

Como energía vital y sana, representa nuestra capacidad de consolidar, recolectar y mantener la fuerza unida (así el cuerpo pelea contra las enfermedades). Vemos entonces una persona centrada, con dirección en su vida, ordenada y eficiente (en desarmonía pueden ser desordenadas, perder cosas o aferrarse a ellas ya que está asociado al apego y desapego).

El intestino grueso refleja nuestra capacidad de retener y soltar. Cómo nos aferramos a cosas, personas, ideas, situaciones o cómo las dejamos ir, va a decir mucho de cómo está funcionando este órgano. Por eso desechar lo que no sirve es una liberación no solo a nivel físico sino emocional y psíquico. 

Esta capacidad de desprendernos va a darnos una pauta de la salud de nuestros pulmones también. Si están sanos vamos a poder sostener principios y cumplir con compromisos, y a la hora de dejar un objeto o una relación, vamos a hacerlo sin represión emocional, sintiendo pena y tristeza pero con una resolución lógica para cada situación. De lo contrario, en una misma situación vamos a sufrir, aferrarnos, confundirnos y reprimir la tristeza.

Cuerpo, emociones, hábitos y energía son un todo que influye en nuestra salud. Conocernos es el primer paso para poder adaptarnos a los ciclos naturales sin interferir, sin generar tensión; sino acompañando.